La "emofobia" se contagia como un virus a través de internet: mientras se organizan palizas públicas para pegarles a chic@s emo, la violencia virtual invade latinoamérica... y deja marcas en el mundo real.
¿La violencia se globaliza y viaja por banda ancha? En un mundo con reputaciones arruinadas en miles de monitores, parece la actualización tecnológica del patoterismo estudiantil: lo que en Norteamérica llaman "ciberbully", responden a los adjetivos más escuchados en las secundarias de todo el planeta: "Maricones y retardados".
En el Abasto Shopping, una pelea multitudinaria de floggers reaviva la lucha de clases en la Argentina devaluada: los "cabezas" arremeten contra los "chetos" entre los que están, los emo. Todo termina con lágrimas de rimmel. Si el delineador y el flequillo cruzado son las señas particulares del nuevo varoncito sencible, ahí mismo un manifiesto digital encuentran 80 razones para odiar a un emo.
Si el aullido generacional hoy se grita con palabras de My Chemical Romance o 30 Seconds To Mars, hace 150 años podría haber usado los versos de Emily Dickinson, la primera emo de la cultura pop.
viernes, 11 de julio de 2008
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